Estaba frente a ti, gritando
en silencio todo mi amor y llorando toda la ira que estaba en mis entrañas,
pero claro no lo viste, estabas ocupado en tus asuntos, en tus miedos, en tus
inseguridades, yo estaba frente a ti luchando conmigo misma, estaba perdiendo
las fuerzas, pero tenías otros temas que te distraían, no te culpo, fui testigo
de tanto desastre en tu vida y aun así decidí quedarme, aparte siempre supe que estabas acostumbrado a
esperar lo peor en cualquier dirección.
Sí, aquí la optimista siempre
fui yo, probablemente por eso seguía ahí a tu lado, pero sin que lo notaras de
a mucho, lo grave del asunto fue cuando las dudas empezaron a consumirme, yo
estaba perdiendo la fe en nosotros, me estaba rindiendo, eso me asustaba tanto,
pero tampoco tenía ganas de hablarte, ya me sentía mejor estando sola, me perdí
por muchos momentos a mí misma, quería correr de ti, de mí, de todos, quería
empezar de nuevo, en otro lugar, con otras personas.
Dormí mucho, queriendo
perderme, dormía para no sentir, dormía para no verte, no compartía por mucho
tiempo contigo un solo lugar en la casa, mi corazón empezó a congelarse, quería
ser fuerte y elegir sabiamente, quería irme para siempre o quedarme a tu lado de una vez por todas, porque yo aún te amaba, a pesar de todo, a pesar que la otra parte donde nos
perdíamos era en tu mar de indiferencia.
Liliana Rubio.
Publicar un comentario