Cuando decidí vivir siendo
feliz, dejé de buscar la aprobación de otros y empecé a tomar mis propias
elecciones, fallé, acerté, me caí, me derrumbé y me volví a levantar, pero
comprendí que nadie iba a vivir por mí, tal vez conmigo, pero nunca por mí,
aprendí a escuchar lo bueno y lo malo que tenían que decir de mí, sin que me
robara paz.
Entendí que yo era la única
que sabía qué quería y a la vez la única capaz de lograrlo, le di la bienvenida
eterna a Dios en mi corazón y en mis propósitos y empecé a mirar adelante, no
hice un plano detallado del camino que me falta por recorrer, simplemente me dediqué a disfrutar lo que se me presenta, lo que me hace feliz hoy, mientras voy llegando a donde quiero y eso
mis queridos amigos se llama vivir.
No prestes demasiada
atención a lo que dicen de ti o lo que puedan pensar, al final a la gente solo
le importa quién eres en ese momento, y en unos años les va a importar lo que
eres en ese momento, así que sin importar lo que hagas no te van a evaluar por
cuanto has hecho o dejado de hacer, si no por lo que eres en el preciso momento
que tienen la gana de juzgarte.
Liliana Rubio.

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