Entre tanta gente y entre el mundo
de experiencia que él tenía, se acabó enamorando de la que pensaba era una desabrida y rebelde
chica, no se sabe si esa fue la mejor o la peor época de su vida, no duró ni un
verano, pero el corazón y la vida le marcó, eran demasiado distintos y aun así
los dos se lanzaron al vacío, jugaron entre las llamas y hoy las cenizas cuentan
historias.
Él tenía su mundo tan oscuro
que vio en ella la luz más radiante que en su vida haya podido ver, ella creyó
que podía ayudarlo, al final se dio cuenta que el único que podía ayudarlo era el mismo y no quería hacerlo.
El tan egoísta pensó en
tenerla, sin imaginarse que la vida estaría a punto de cobrarle las consecuencias de sus elecciones
pasadas, ella era libre, ella nunca pidió nada, ella nunca prometió nada, ella
solo vivió lo que ya sabia que podría acabar mal.
Él tenía una vida, vuelta
mierda, pero era su vida, llena de compromisos que llevaban su nombre, ella no
merecía cargar con tanto, pero él pensó que podía cambiar las cosas tan
sencillo como en el pasado había hecho, él se hizo su propia versión de la
historia, una historia que no encajaba con la realidad de la vida, con su
propia realidad, el voló como un primerizo enamorado, él, que había roto más
corazones que cascaras de huevo, él, que siempre tuvo lo que quiso, él, que no
gustaba de las desabridas y sobre todo él, que solo buscaba aventuras, él se
enamoró por primera vez en su vida.
Él se armó su película pensando en lo que deseaba para si mismo y no se dio cuenta que ella no le pertenecía,
aunque ella pasó por su vida, no podía quedarse, ella intentó ayudarlo, pero cayó
en su mundo oscuro, entró a ser parte de los mil demonios que lo perseguían,
como si le faltaran más, ella sufría por ver su vida fuera de control
con él, ese no era su lugar, ese no era su mundo, ella tuvo que salvarse, ella lo hizo, se fue y cerró el capitulo para siempre.
Él seguía haciendo las mismas
elecciones de siempre, pero esta parecía que era la hora de su lección, de
manera infame aprendió que no se puede elegir a quien amar, se dio cuenta
cuanto duele no ser correspondido, se dio cuenta como duele una decepción, como
duele que no lo elijan, cuanto duele aceptar una derrota y dicen que él anda
por ahí sosteniendo entre su pecho la historia más cursi y patética que haya podido vivir, pero dicen que la guarda como un tesoro, porque pudo experimentar por
un corto, pero significativo tiempo la magia del amor, esa magia en la que
nunca había creído.
Ella aprendió que las
elecciones de hoy influyen de manera decisiva en el mañana y que los impulsos
no controlados causan heridas inimaginables, se dio cuenta que lo que empieza
mal, termina mal, que cada herida que se causa con o sin intención es necesario
vivirla en carne propia para alcanzar a comprender lo que hay detrás de un corazón
roto.
No hay vencedores detrás de las
historias dolorosas de amor, cada uno pierde un pedazo de si mismo en cada
final.
Liliana Rubio.